viernes, 13 de noviembre de 2015

LA MALA EDUCACIÓN EN LOS TRANSPORTES PÚBLICOS

La mala educación se está haciendo cada vez más notable, y una de las maneras de percatarse de ello es usar los transportes públicos, ya que puedes encontrarte con todas esas nefastas costumbres concentradas en apenas unos metros.

Podríamos hablar sobre la falta de higiene de algunos usuarios en los que, más que falta de desodorante y colonia, se percibe la ausencia de un baño que dure horas. O de esa gente que cree que el mundo es su vertedero y se dedica a pegar chicles allá donde puede y a tirar el envoltorio al suelo; así como de esa asquerosa manía que generalmente tienen los hombres de ir escupiendo por ahí sin importarles quién pase o si le cae en un pie a alguien, porque eso ya no es suyo.

También merecen ser recordados los que no dejan el asiento a personas mayores, embarazadas o pequeños y hacen como si estuvieran leyendo o se hacen los dormidos para evadirse y no ceder el sitio; y toda aquella gente que empuja al entrar o salir, como si tuvieran prioridad sobre ti.

Están además los que tienen la manía de poner los pies en el asiento de enfrente y luego te toca sentarte ahí a ti… como si no estuviera ya lo suficientemente sucio del uso diario; y ese individuo común en trenes, metros o autobuses que lleva la música excesivamente alta, ya sea con cascos o sin ellos, obligándote a escuchar su música quieras o no.

También existen los típicos niños que se creen que están en el salón de su casa y se dedican a dar pataditas al asiento de enfrente y a ver quién tiene el valor de decir algo, porque como encima te toque una de esas madres que piensan que llevan siempre la razón te puedes encontrar con alguna contestación del tipo: “entiéndelo, es un niño” o “no creo que sea para enfadarse” o cosas similares.

Y en este punto llega mi top tres:

-       *  En tercer lugar, tenemos a esa gente que se te queda dormida en el asiento de al lado y te arrincona en la ventanilla porque siempre da la casualidad de que tú estás en el asiento del lado de la pared. Y ahí te quedas, encajado, con su cabeza en tu hombro, sin poderte mover, y suerte tienes si no ronca o se le cae la baba. Y encima llega el momento de tener que bajarte, no sabes cómo hacer para que despierte… te toca pensar rápido y recurrir al ataque de tos repentino…

-         * En el segundo puesto situamos a las mujeres con “bolso maleta”, que deberían pagar dos billetes en vez de uno, ya que usa su bolso como excusa para ocupar dos asientos. Y ahí vas tú, con toda tu  buena voluntad y educación: “Disculpe, ¿me puedo sentar”, a lo que invariablemente contesta: “No, está ocupado”. Y ahí te quedas, descompuesta y con ganas de decirle cuatro cosas que tu educación hace que te calles y pases del tema.

-       *Y en la primera posición nos encontramos con los/las cotillas, esos individuos que comienzan mirando de reojo, ya sea el móvil, tu libro, tu periódico…  que acaban encima de ti, viendo mejor que tú y llegando incluso a comentar.


Todas estas personas y situaciones hace que montar en transporte público se convierta cada vez más en una aventura y en un golpe de realidad sobre la actual “educación”. Para reflexionar.

Elizabeth Cabañas Morales
4º ESO A

jueves, 12 de noviembre de 2015

"El señor de las moscas", una experiencia teatral con La Joven Compañía

En el Teatro Conde Duque, con La Joven Compañia


El pasado viernes 6 de noviembre, un nutrido grupo de alumnos de 4º de la ESO acudimos a la representación de “El señor de las moscas” que La Joven Compañía realiza en el Teatro Conde Duque de Madrid.

La obra, basada en la novela homónima de William Golding, está ambientada en época de guerra y nos muestra una isla, al parecer no desierta y habitada por una bestia, a la que van a parar un grupo de niños tras sufrir un accidente de avión. De esta manera, los vemos inicialmente diferenciados en dos grupos: el del equipo deportivo  y el que forman los demás personajes.

Creo que la representación de esta obra y la manera de llevarla a escena es muy exacta, ya que se puede identificar a Jack con el señor de las moscas y a los niños que le siguen con las moscas, tal y como indica el título.

Por otra parte, en ella he visto la crueldad que pueden llegar a tener los niños entre ellos y el miedo que tienen, que incluso conlleva la locura en uno de los personajes cuando no sabe lo que verdaderamente debe hacer.

El hecho de que no haya mujeres creo que hace de la misma una obra más violenta, y, seguramente, si las hubiera, no hubiera terminado con la muerte de dos de los personajes principales.


En cualquier caso, una experiencia inolvidable que esperamos repetir muy pronto.

Sara Rodríguez Estebaranz.
4º A